El sábado 3 de diciembre de 1932 los habitantes de San José de las
Matas fueron testigos de un acontecimiento sin precedentes en el pueblo: las
elegantes bodas de Porfirio Rubirosa y Flor de Oro Trujillo. Fue un
acontecimiento apoteósico. Se reunió lo más selecto de la sociedad dominicana,
las más altas autoridades civiles, militares, eclesiásticas y diplomáticas del
país.
Porfirio Enrique Rubirosa Ariza, de 24 años de edad, de San
Francisco de Macorís, futuro playboy de fama mundial. Flor de Oro Trujillo
Ledesma, de 17 años, hija mimada del general Trujillo Molina.
Las bodas se realizaron a las 4:30 de la tarde en la mansión
veraniega de Trujillo, primero por lo civil, efectuándolo el señor Francisco
Rodríguez Liriano (Panchito), juez civil del pueblo. Luego el cortejo nupcial
se trasladó a la iglesia parroquial donde monseñor Adolfo Alejandro Nouel,
Arzobispo de Santo Domingo, impartió la bendición a la pareja.
El enlace fue apadrinado por el general Trujillo, Bienvenida
Ricardo, Primera Dama de la República; Hans Frederich Arthur Schoenfeld, Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos, y por su
esposa Mrs. Schoenfeld.
Desde
la iglesia el cortejo se dirigió nuevamente a la Mansión, desafiando un fuerte
aguacero que caía sobre el pueblo en esos momentos. Según las personas que
presenciaron ese acontecimiento dicen que corría por las calles agua coloreada,
debido a la tinta que desprendían miles de guirnaldas de papel crepé, que se
usaron para decorar las principales calles del pueblo.
El acta de matrimonio se encuentra en la Oficina Parroquial de San
José de las Matas, en el Libro No. 8, folio No. 158, Acta No. 303, la cual reza
así:
Yo, Ignacio Quirino Alba, Cura Párroco de San José de las Matas,
certifico que el día tres del mes de diciembre del año mil novecientos treinta
y dos efectuóse el matrimonio que in facie Eclesiae contrajeron el señor
Porfirio Enrique Rubirosa, soltero, dominicano, de veinticuatro años de edad,
hijo legítimo de Pedro María Rubirosa, ya difunto, y Ana Antonia Ariza, y la
señorita Flor de Oro Trujillo, de diez y siete años de edad, hija legítima del
General Rafael Leonidas Trujillo Molina, Presidente Constitucional de la
República, y Aminta Ledesma.
Dicho acto fue bendecido por Su Eminencia el Dr. Adolfo A. Nouel,
Arzobispo de Santo Domingo, siendo testigos entre muchos Su Excelencia el Sr.
Rafael L. Trujillo, Hans Frederich Arthur Schoenfeld, Jacinto B. Peynado,
Virgilio Trujillo y Rafael P. Pichardo.
Para
que conste firmo aquí.
La Opinión, diario de Santo Domingo
desaparecido en 1939, publicó la crónica de este magno evento en su edición del
día 5 de diciembre, la que transcribimos a continuación:
Constituyeron un
acto social esplendoroso las bodas de los jóvenes Rubirosa-Trujillo
Distinguidas personalidades de toda la República asistieron a esta
ceremonia nupcial de lineamientos aristocráticos
El Presidente Trujillo y la Primera Dama de la República, el Ministro
Schoenfeld y su distinguida consorte apadrinaron la feliz unión
En un maravilloso paraje de trópico, sinfonía de luz, de colores y
de aromas, que es como decir balada de amor, en San José de las Matas, la
eglógica Villa de los Pinares, prestigiada con la residencia temporal del
Primer Magistrado de la Nación y de la Primera Dama de la República.
Allí, donde canta Natura su himno de triunfo en la deslumbradora
exuberancia tropical, celebráronse la última tarde sabática las regias bodas
del joven y caballeroso clubman, señor Porfirio Rubirosa, Secretario de Primera
Clase de la Representación Diplomática de nuestro país ante la Corte de St.
James, perteneciente a una significada familia dominicana e hijo del fenecido general
y diplomático, don Pedro María Rubirosa, con la gentilísima y encantadora
señorita Flor de Oro Trujillo, toda hecha de delicadezas y aromas, flor por su
nombre perfumado y por los madrigalescos encantos que en ella florecen, hija
mimada del Jefe del Estado, General Rafael Leonidas Trujillo Molina, en cuya
espléndida mansión veraniega ha tenido efecto este acto matrimonial de la mayor
resonancia y en el cual se han congregado representaciones de cuanto vale y
significa en todos los sectores de la vida nacional.
De todo el país concurrieron prestantes caballeros y distinguidas
damas que hicieron su parada en Santiago, ciudad ésta de donde salieron a
medio día para estar a la hora indicada en aquel sitio delicioso que es San
José de las Matas. San José de las Matas, que aquella tarde iba a perfumarse
con las aromas nupciales de las bodas más suntuosas que ha registrado este año
de 1932 en nuestro país.
Cuatro y media de la tarde. La mansión veraniega del Presidente
Trujillo y de la Primera Dama de la República, doña Bienvenida Ricardo de
Trujillo, luce magnífica de buen gusto en artísticos adornos para la
celebración de estas bodas de la fina y exquisita Flor de Oro. Flor de Oro, que
es poema de todas las delicadezas, verso de madrigal y que lleva en sus ojos
todo el caudal de luz embriagante de nuestras maravillosas mañanitas.
Guirnaldas, símbolo de triunfo, símbolo de alegría y felicidad, de juventud y
de amor adornaban el salón principal de la mansión donde se iba a celebrar la
ceremonia.
En un extremo de la sala improvisóse una presidencia del acto y
allí, sobre una especie de retablo, ocuparon asiento la novia, que lucía una
bellísima toilette principesca, y el novio, correcto y distinguido, y junto a
ellos los padrinos y testigos.
Don Alejandro Amable Nadal, que siempre sabe dar una nota chic,
leyó, a nombre del Oficial Civil, el acta, que fue signada por los testigos y
después por el funcionario encargado de legalizar el acto.
Apadrinaban las bodas el Primer Magistrado de la Nación, General
Rafael Leonidas Trujillo Molina y la elegante Primera Dama de la República,
doña Bienvenida Ricardo de Trujillo, esposa del señor Presidente, y el señor
Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos ante
nuestro Gobierno, Mr. Hans Frederick Arthur Schoenfeld, y la distinguida Mrs.
Schoenfeld. Signaron como testigos el acta el señor Secretario de Estado de lo
Interior, Policía, Guerra y Marina, don Virgilio Trujillo Molina; el de la
Presidencia, Lic. Jacinto B. Peynado; el de Relaciones Exteriores, Dr. Max
Henríquez Ureña; el de Hacienda, don R. Paíno Pichardo; el de Agricultura y
Comercio, don R. César Tolentino; el de Trabajo y Comunicaciones, don Teódulo
Pina Chevalier y el de Sanidad, Beneficiencia y Obras Públicas, don Agustín
Aristy; don José Trujillo Valdez, abuelo de la novia y Diputado al Congreso
Nacional; Dr. José Dolores Mejía, ex Secretario de Estado y Diputado al
Congreso Nacional; General Ramón Vásquez Rivera, Comandante en Jefe del
Ejército Nacional; Coronel José García, Segundo Jefe del Ejército Nacional; Dr.
Francisco E. Benzo, Médico Particular del Jefe del Estado, Supervisor General
de Hospitales y Director de la clínica Padre Billini; Teniente Coronel Federico
Fiallo, del Ejército Nacional; Teniente Coronel Dr. Medrano, Director del
Cuerpo Médico del Ejército Nacional; Capitán Héctor B. Trujillo, del Ejército
Nacional, ex Agregado Militar en las Legaciones de la República en Francia,
España, Italia, Bélgica y Suiza; Gilberto Sánchez Lustrino, cuñado del novio y
prestante intelectual y abogado capitaleño; General José Estrella, Gobernador
de Santiago; don José María Bonetti Burgos, Sub Secretario de Estado de la
Presidencia; don Ramón Saviñón Lluberes, Administrador de la Lotería Nacional;
Coronel Pedro Estrella, Jefe del Cuerpo de Ayudantes del señor Presidente de
la República; Lic. Manuel A. Peña Batlle, ex Presidente de la Comisión
Dominicana Delimitadora de Fronteras y destacado intelectual capitaleño; Jean
Morlet, distinguido elemento de la colonia francesa en esta capital, y Charles
de Mondesert, otro significado miembro de la colonia francesa en esta capital
y consejero del Comercio Exterior de Francia.
Verificado el acto civil, los novios, acompañados de los padrinos
y de algunos de los testigos, los concurrentes no pudieron acompañarlos todos por
las imposibilidades que oponía el camino se dirigieron a la iglesia del
simpático poblado, que dista unos dos kilómetros de la mansión veraniega del
Presidente Trujillo y de su amorosa esposa, la Primera Dama de la República,
doña Bienvenida Ricardo de Trujillo, y allí, la voz solemne de Monseñor Nouel,
el Ilustre Pastor Dominicano, Ex Presidente de la República, Conde Romano,
etc., bendijo, con la bendición de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y
Romana, las felices bodas de Porfirio Rubirosa y Flor de Oro Trujillo.
Y de nuevo en la mansión presidencial de Las Matas, que estaba en
esta tarde que recoge las bodas más suntuosas y más aristocráticas vistas por
mucho tiempo en nuestro país, inundada toda de distinción y de elegancia,
perfumada de juventud y de belleza, la distinción y la elegancia, la juventud y
la belleza que se reúnen en la feliz pareja que une sus corazones y hace de
ellos un solo corazón bajo el velo del amor, cubiertos de ilusiones, de dichas,
de promesas.
Burbujeó el champagne. Cada boca fue una bendición para la pareja.
Cada sorbo un deseo de felicidad para ellos.
La
sala estaba toda llena de luz y de belleza. Damas aristocráticas que lucían
espléndidos atavíos como homenaje a Flor de Oro. Significados caballeros
acompañábanlas. Y para todos la atención fina de doña Bienvenida Ricardo de
Trujillo, que es una gran dama en toda la acepción de la frase.
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